El poder de conversar y relajarse
Los españoles gozan de conversar, tener pláticas sencillas y agradables, es por ello que, se ve por doquier personas compartiendo un café, un té, un helado, un trago, unas tapas, lo que provoque o se pueda, pero cualquier excusa es buena para darle a la lengua.
Parlanchines o amigables
Cuesta ver a la población quieta, ensimismada, porque siempre hay algún tema que comentar, nos gusta, colaborar, curiosear, compartir, como lo quieran llamar, somos personas sociables, y así mantenemos viva las relaciones como amistades, familiares, vecinos, colegas, o con cualquiera que tengamos algún tipo de contacto.
Lo sabroso de estas chácharas es que son divertidas, jocosas, hasta comentamos las cosas trágicas con su toque de picardía, eso nos ayuda a sobreponernos de momentos difíciles, pues no falta quien te brinde una palabra de ánimo. Siempre hay alguien que te acompañe y te ayude a disuadir las circunstancias adversar.
Nunca faltan los refranes españoles, que dan su toque especial también, y así entre una y otra cosa se van colando, para hacer aún más agradables esos ratos de compartir y drenar toda fatiga cotidiana o el estrés que se acumula por las diversas responsabilidades y compromisos que tenemos.
Algunos que siempre resaltan en las conversaciones:
“Jarrito nuevo donde te pondré”, especialmente cuando notamos que alguien tiene una nueva amistad o amorío, por supuesto también aplica cuando tienen algo novedoso, porque seguro lo andan luciendo por todos lados.
“A buen hambre no hay pan duro”, sobre todo ahora en tiempos de crisis, todo lo que pueda servir se aprovecha y agradece.
¿Qué sería de nuestras vidas sin esos momentos de relax?
Si cada quien se encierra en sus propios problemas, posiblemente ni vean la solución así la tengan en frente, siempre hace falta el punto de vista de otras personas, los sabios consejos que nos puedan dar, o simplemente brindarnos su compañía. Incluso hay quienes nos sacan sonrisas en medio de los momentos más penosos.
La vida no puede ser solo trabajos y fatigas, todo seriedad y monotonía, tiene que haber ese compartir, esos instantes que nos reconcilian con la vida, y nos hacen sentir que vale la pena estar en este mundo, que las personas que nos rodean, muchas veces pasan inadvertidas, pero todos son tan valiosos, que merecen nuestra atención.
Entonces, no hay que cohibirse, hay que fomentar el relax, las buenas charlas, el compartir, el salir de la rutina, el conocer nuevas personas y el ayudar a los demás.